Cientos de personas han participado hoy en los actos de esta romería que tiene como marco principal el Moncayo
Cientos de personas han participado este domingo en la Romería del Quililay, una tradición con cinco siglos de historia y que está muy arraigada en Tarazona.
Así lo ha destacado el alcalde de Tarazona, Luis María Beamonte, quien ha valorado “el compromiso de los vecinos por celebrar esta fiesta año tras año y participar en las tradiciones, que son fundamentales para la convivencia de la ciudad”.
Los romeros que han subido hasta Moncayo han degustado migas a las pastora ofrecidas por el Ayuntamiento de Tarazona. El alcalde y miembros de la Corporación han repartido 1.500 raciones de este popular plato realizado por la Brigada Municipal.
Los actos han continuado con una misa en honor a la Virgen del Moncayo, que ha contado con la participación de la Rondalla “Los Amigos” y la Coral Turiasonense, y con el reparto de las tradicionales judías ofrecidas por el Cabildo Catedral.
Por la tarde, los romeros han participado en la procesión de vuelta, que se recuperó el año pasado con motivo del 500 aniversario del Quililay. Han estado acompañados por el Escuela Municipal de Jotas, que han realizado una jota final en la puerta de la Catedral.
El Quililay
La romería que dio inicio a esta tradición se celebró en 1515, año en el que los campos de Tarazona estaban castigados por una gran sequía que puso en fuertes apuros las economías domésticas de los labradores.
Anualmente este gremio tenía que solicitar permiso al Cabildo para iniciar la peregrinación y fue en 1517 cuando los canónigos decidieron conceder una autorización permanente para organizarla.
Se dio el nombre de Quililay porque el tambor que marcaba, y continúa marcando, el ritmo de la jornada lo hace con un toque especial que suena precisamente como si quisiese pronunciar esa palabra.